El Centro Universitario de la Innovación de La Matanza cumple dos años

La Matanza celebra el segundo aniversario del Centro Universitario de la Innovación (CUDI), reconocido por brindar carreras sobre nuevas tecnologías y por ser un semillero de jóvenes que estarán capacitados para los empleos del mañana.

 

 

El CUDI (www.cudi.ar), un símbolo de inclusión, avance e innovación, cuenta con carreras orientadas a la ciencia y la robótica y en la actualidad tiene 10 mil estudiantes.

 

 

El moderno edificio universitario se encuentra en González Catán y fue construido con recursos del gobierno local e impulsado por el intendente Fernando Espinoza. Tiene una oferta académica orientada a carreras de innovación y desarrollo tecnológico y articula con cinco universidades nacionales: Universidad de Buenos Aires (UBA), Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), Universidad Nacional de Quilmes (UNQUI), Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ).

 

 

Actualmente, La Matanza cuenta con 75 mil estudiantes universitarios que cursan en las dos casas de altos estudios: el CUDI y la Universidad Nacional de La Matanza (UNLAM); lo que hace de La Matanza uno de los lugares con más estudiantes universitarios del país.

 

 

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Los pibes de Malvinas que jamás olvidaré: Morón inauguró el Parque Lineal Soldado Reyes Lobos

El intendente Lucas Ghi encabezó la inauguración del Parque Lineal Soldado José Antonio Reyes Lobos; se trata de un sector del Parque Lineal Stevenson, uno de los más importantes del Municipio, ubicado en Stevenson entre Ferré y Betbeder, Castelar Sur. Allí el equipo de Arte Público de Villa Mecenas realizó un mural en homenaje al héroe caído en Malvinas Reyes Lobos, quien fuera vecino del barrio.

 

 

La idea surgió de estudiantes del Centro Educativo Integral Municipal Nº1 que trabajaron junto al equipo docente, la comunidad, la UGC N°5 y la dirección de Veteranos de Guerra del Municipio y conectaron con la historia de José Antonio Reyes Lobos, soldado caído en Malvinas que vivió en este barrio, donde aún reside su familia.

 

 

También se plantó un árbol y se colocaron baldosas pintadas por los jardines N°3, N°5 y Nº10 que trabajaron bajo la consigna “Abrazo a nuestros héroes de Malvinas”. Estuvieron presentes la familia Reyes Lobo, el Centro de Veteranos de Guerra de Morón y vecinas y vecinos del barrio.

 

 

Esta es una muestra más del afecto y la gratitud permanentes de toda la comunidad de Morón hacia nuestros héroes de Malvinas y sus familias.

 

 

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El Diario del Pibito Barro: Día 46

Cuando llegué a la estación la pibita ya se había ido. “Se tomó el tren anterior”, me dijo la mina del molinete mientras mateaba con la compañera.

 

 

Me pareció raro, Julia siempre había sido puntual y trataba de tomarse el mismo tren y subirse al mismo vagón. Es un mambo de superstición medio flashero que tiene. Pero pensé: quizás la llamaron para que entre antes al trabajo o para hacer un reemplazo o por un faltazo de alguien... así que no me enrosqué de más.

 

 

Al toque me acordé que en casa tenía la dirección del laburo de ella. La tenía guardada en la mesita de luz del cuarto. La guacha me la había pasado para que vaya a tirar un currículum. Cosa que, obviamente, nunca hice porque no tengo ni el secundario hecho.

 

 

Aproveché la mañana libre y limpié un poco la casa porque estaba descontrolada. Parece joda, la Vieja labura de limpiar casas y la nuestra siempre está detonada. Por suerte ella no estaba, pegó una changuita por unos días, así que puse cumbia al palo y dejé la casa pipí cucú. No digo que está para comer en el piso, pero…

 

 

Tipo cinco, salí para la estación. Así llegaba con tiempo y sorprendía a la guacha. Pasé por un quiosquito y compré un Dos Corazones. Ese chocolate con poemas berretas y súper cursis, pero que tiene un alto sabor.

 

 

Me escondí detrás de un auto rojo, creo que era un Fiat medio cheto. A las diecinueve en punto salió. Hermosa, como siempre. Cuando estaba por aparecer, ya con el choco en la mano, veo que un pibe se le acerca. Por la ropa, supongo que era un compañero del laburo. Se van caminando juntos de la mano. Los sigo. Necesito verlo todo. Porque si el corazón se va a romper, que se haga bien mierda. En la esquina se despiden. Se besan. Mucho. Demasiado. Aprieto el chocolate tan fuerte que me explota en la mano. El chocolate ya no sirve. Yo tampoco.

 

 

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